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sábado, 29 de octubre de 2011

Maldita felicidad

Se superponen las ganas, los sentimientos o mejor dicho las malas sensaciones, se superpone el miedo pero para protegerte recurres a esa vieja coraza, total, siempre es igual y esta vez nada te va a pillar  ya desprevenida. Se superponen las ganas de querer y de que te quieran, se superponen los lo siento, y los besos locos, se superpone la rabia, la impotencia y las ganas de encontrar de una vez la felicidad. Todo se va superponiendo, poco a poco las cosas del pasado se quedan ahí, y encima de ellas se van construyendo cosas nuevas, el problema viene cuando percibes que el presente se asemeja en forma y contenido al pasado más de lo que debería, y te entra el pánico, y descubres que estás cansada de que siempre sea lo mismo y de llevarte una idea equivocada de lo que es la felicidad, porque nunca la has tocado con la yema de los dedos, maldita felicidad es tan relativa y nosotros, o al menos yo, tan caprichosa que somos incapaces de buscarla en las pequeñas cosas y así me pasa, que acabo una mañana del veintinueve de Octubre tirada en la cama sin saber qué hacer ni por dónde empezar a buscar.

viernes, 21 de octubre de 2011

Detente, por favor.

Ya no queda nada, ni principio, ni final, nada. Sólo ausencia mezclada con un toque de indiferencia. El tiempo dicen que lo cura todo, pero creo que el tiempo sólo sostiene el dolor, lo mete en un rincón de tu memoria, y el día menos pensado lo saca a la luz. El tiempo es una mierda, se va consumiendo, hace la distancia, y hace el olvido, te hace sentir viejo, y te hace sentir que no lo aprovechas lo suficiente. Me gustaría congelar un reloj, pararlo en un instante que para mí significara algo, y quedarme estancada ahí, como esos mosquitos que viven millones de años en ámbar y luego vuelven a nacer. Me gustaría volver atrás, no porque considere que me equivoqué sino sólo para volver a revivirlo. Supongo que tengo razones para pedir al tiempo que se paralice y me deje viajar en él, y cambiar ese momento, ese instante, sin embargo no lo haría, ni un sabiendo lo que después se me iba a avecinar. Inexplicablemente, lo sigo sintiendo, sigo estancada en aquel verano travieso, sigo sumergida en mis propios recuerdos, y embriagada de restos de rabia e impotencia. Cierro los ojos y sigo viéndote, sigo pensando que algún día esto cambiará, pero ni siquiera sé si lo deseo, quizá eso solo sea una forma de agravar mi impotencia al tenerte delante. 
Tiempo, párate, párate que yo me bajo, cada día es peor, cada día me siento más lejos de todo lo que me hacía sonreír y no estoy preparada para derramar más lágrimas. Detente, por favor, quiero quedarme estancada aquí, quizá no sea el mejor momento ni el mejor lugar, pero tengo la sensación de que mañana será todavía peor.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Quizá la culpa fue del...

Es cierto, la culpa no fue tuya, ni mía, ni siquiera de ella, sé quiénes no somos los culpables, pero no sé qué ha sido lo que ha hecho que esto ocurra, quizá haya sido el puto invierno, que como dice esa película de a tres metros sobre el cielo hace que los caminos se bifurquen, quizá sea que los días con ese sol abrasador están contados, o quizá que nuestras similitudes hacen que entre tú y yo sea necesario que reine la indiferencia. Quizá la culpa sea del viento que se llevó aquellas palabras, o del miedo, del miedo a seguir hacia delante, o de las ganas, mejor dicho de la ausencia de ellas, de mis ganas de tenerte, y de las tuyas de anclarte en el pasado, quizá la culpa fue del... qué importa de quién o de qué fue la culpa, aquéllo pasó, y ya nada volverá a ser como antes. Una vez leí que los amores de verano mueren junto con los mosquitos, cuando el frío llega a la ciudad, quizá sea una comparación cómica pero cierta, sobre todo si sabes que el frío, aunque sea Agosto, está a la vuelta de la esquina. 

lunes, 17 de octubre de 2011

No van a ser príncipes azules

Supongo que llegados a una edad, somos capaces de tirar por la borda mentiras universales, dejamos de creer en los reyes magos, o en ese gordo que pasa por la chimenea un venticinco de Diciembre, o que los niños los trae la cigüeña, sin embargo somos tan imbéciles como para tener veinte años y seguir creyendo en cuentos de hadas. Somos, al menos soy, una ingenua, una ingenua por no darme cuenta que "los colorín colorado" no van acompañados de un "fueron felices y comieron perdices", que por muchos sapos que beses no se van a comvertir en príncipes azules, que no hay una hada capaz de cambiar una calabaza por una carroza. A medida que crecemos, la realidad se hace más dura, y las mentiras menos piadosas.

06-08-11

Sonríe a las penas y sonríe a las alegrías

Ríe, grita, llora, salta, haz de rabiar, pasa de todo y no pases de nada, chilla, canta a voces, busca quien te haga los coros, no disimules, se descarada, odia la falsedad, rompe el silencio, mira mal, y mira bien, di algo, y cállate cuando sea oportuno, no disimules el asco, la rabia, o el odio, pero no odies en vano, se feliz, busca cosas que te lo hagan, búscalas aunque sea debajo de las piedras, deja los malos rollos y busca nuevos, métete en líos, arriesga, gana, pierde, caete, levántate, tropieza y vuélvete a levantar, no pongas buena cara si te apetece mirar mal, pero tampoco mires mal por mirar, odia, quiere, siente, solo éso, siente. Haz lo que te apetezca, piensa un poco más en ti, y un poco menos en los demás, se orgulloso, rompe el silencio, sáltate las reglas, diviértete cada segundo, esconde el miedo y ten miedo. ¿Sabéis?, la vida te da mil momentos malos, y uno bueno entre medias, y si estás pensando en los malos, alicaída, llorosa, y maldiciendo tu suerte, no sabrás identificarlo, así que por más puta que sea la vida, sonríe, sonríe a las penas, sonríe a las alegrías, sonríe cuando te digan lo que piensas, a fin de cuentas, las sonrisas son una muestra más de indiferencia.

jueves, 13 de octubre de 2011

Que te vaya bonito

Quizá para muchos, veintinueve días desde que el último gramo de esperanza que tenía se consumió es suficiente para olvidar, para dejar atrás. Quizá algunos sostengan que lo que pasó después es un intento vano de intentar poner un parche, de tapar la herida, o de rellenar el hueco, quizá más de uno sostenga que un clavo saca otro clavo, pero otros mantienen que hay clavos que jamás podrán sacarse, quizá yo sea de las últimas; no considero que haya que remplazar una cosa por otra, sino que hay que acumularlas, hay que tener experiencias, hay que arriesgar, hay que perder, hay que ganar, hay que cagarla, hay que equivocarse, que pedir perdón, que caerse, que llorar, que reír, que bailar, que ser feliz, que levantarse, y que tirar al suelo, que perdonar, que no olvidar, que dejar atrás. Quizá para algunos ésto no sea más que una forma de demostrar que pese a estos días no te he olvidado, quizá éstos sean los sabios, no es fácil hacerlo, no cuando por ti he sentido lo que por nadie, cuando me tiraste al suelo y me levanté insistentemente, cuando me negué a mirar atrás y hacia delante, cuando me negué a comprender que ella te importaba y yo en cambio era un pasatiempo, como una sopa de letras de esas que se hacen en la playa. Quizá te vea, y me sigas doliendo, inexplicablemente me llegaste dentro, y no es tan fácil que salgas, puedes no hablarme, odiarme, hacer como que te doy igual o darte igual, que todo éso no va a hacer que cambie nada. Sonrío, sonrío sin pensar en ti, y estoy orgullosa, sé feliz, que yo lo seré por los dos, no te olvidaré, al menos por ahora, no estoy preparada para hacerlo, y te sigo recordando, recordando lo que vivimos y removiéndose todo dentro de mí, cuando por azar tus ojos y los míos se cruzan en el espacio, o cuando ese olor que conseguía que me sintiera tranquila me inunda y me recuerda que un día yo también olía a él. Que te vaya bonito, y la próxima vez piensa mejor las cosas, que las muñecas de porcelana son demasiado frágiles, nada más chico de ojos triste.

Mes de amor borracho

¿Por qué?, dime por qué, por qué tuviste que tirar todo la borda, ¿tan importante era?. Dímelo, dime por qué todavía sigues mintiendo, o diciendo verdades a medias. Contesta, el silencio sepulcral que has llevado durante tres meses ha llegado a su fin, no te voy a decir que es hora de dar explicaciones, ni hora de lamentaciones, bastante clamé al cielo en su momento, maldecí al malo de la película, y me esforcé por cerrar los ojos y obviar lo que se me venía. Pero todo para qué, para nada, para pasar los últimos días de calor asfixiante regada por mis propias lágrimas, por mi inútil deseo de que las cosas no fueran así, por no ver que tú eras es culpable, por no abrir los ojos a tiempo, o por romper el silencio con gritos que se quedaban en suspiros. Por no ser capaz de mirarte a los ojos y decirte adiós, porque sentía que si tú te ibas yo también, por no querer entender que éso no fue más que unos besos tontos de dos niños que juegan a hacer daño. Jugué, jugué con fuego, un día cualquiera de Abril decidí empezar una partida, una partida en la que yo llevaba las riendas, en la que las cosas eran fáciles, jugué con fuego, y me quemé a lo grande, Julio, mes de calor asfixiante, de amor borracho, mes en que dejé de jugar a jugar para empezar a ganar, y perdí, Agosto, mes de ilusiones rotas, de llantos ahogados, de sonrisas forzadas, y de besos robados, de odio reconocido, y de dolor sin reconocer, Septiembre, mes de acabar con lo que duele, de dejar atrás el pasado, de romper esquemas, y de mostrarse a uno mismo que si te caes te levantas, mes de saltarse las reglas, y de volver a jugar con fuego, Octubre, miedo me da pensar en mañana, quizá me quemé, quizá pierda, o quizá gane, de momento pienso en hoy. Octubre, mes de levantarse sonriendo y de acostarse repleta de recuerdos de dos meses atrás.

domingo, 9 de octubre de 2011

Tres meses, noventa y dos días.

Tres meses, noventa y dos días, aparentemente poco tiempo pero tiempo más que suficiente para que la vida gire de forma inesperada. Tres meses, meses en los que mis ojos fueron los únicos encargados de proporcionar agua en mitad de la sequía de Agosto, en los que he bailado, saltado, gritado, odiado y querido, en los que he descubierto que había vida más allá de los límites que yo misma me imponía: Un mes, treinta días, donde cada día era más sorprendente e intrigante que el anterior, donde cada día era un mundo, y donde el mundo era único cada día. Tiempo insuficiente, pero nada indiferente, meses en los que pensaba en ti cada días al despertarme, en los que soñé contigo durante noventa y dos noches, donde recé por la inmortalidad de tus besos. Meses en los que reconstruí aquéllo que estaba más que roto, y en los que me bastó el tiempo que dura un beso, para tirar por la borda aquéllo que un día conseguí, días en los que las decisiones se tomaban solas, en los que las opiniones de los demás cobraban vida, en los que la alegría me invadía a medida que las lágrimas desaparecían pero días en los que notaba como te me escapabas. Meses en los que dejas de odiar para aprender a querer, y acabas odiando querer. Días en los que caes como la lluvia, frente a otros en los que creces como la espuma, días tontos y tonto todos los días, sueños rotos, odio reconocido, y un poco de amor sin reconocer, fantasías que ahora descubres que quedarán en éso, en fantasías, calor asfixiante por dentro pero frío al tener el corazón helado, dolor al descubrir que nada es para siempre y alegría al sospechar que otro para siempre aparecerá, miedo al observar que ya está ahí, y que no puedes dejarlo escapar, a pesar de los gritos de los demás, miedo al pensar que quizá venga para quedarse, y miedo al imaginar que quizá se vaya por la puerta de atrás. Tres meses, noventa y dos días, aparentemente poco tiempo, pero tiempo más que suficiente para darte cuenta de que a partir de aquí, ya nada volverá a ser como antes.