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viernes, 29 de abril de 2011

Cómo es posible

Cómo es posible que aquello por lo que hubieras matado para que ocurriera durante meses, llega en el momento más inoportuno, en el único momento en que habías conseguido dejar de desearlo, en el que tenías, las cosas por fin ordenadas.

Voy a empezar contigo el desayuno

Me gustas cuando dices tonterías, cuando metes la pata, cuando mientes, cuando te vas de compras con tu madre y llego tarde al cine por tu culpa. Me gustas más cuando es mi cumpleaños y me cubres de besos y de tartas, o cuando eres feliz y se te nota, o cuando eres genial con una frase que lo resume todo, o cuando ríes, tu risa es una ducha en el infierno, o cuando me perdonas un olvido. Pero aún me gustas más, tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas,cuando, lleno de vida, te despiertas y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.Voy a empezar contigo el desayuno».

Luis Alberto de Cuenca

miércoles, 27 de abril de 2011

toque de color

Te felicito, has conseguido dar un toque de color a mi vida, cuando absolutamente todo estaba en blanco y negro.

¿sabes?, los olvidé


¿Quieres que te diga la verdad? Me encantó, me gustaban esos momentos, esos que aún y después de todo siguen siendo únicos, pero si quieres saber la verdad, la tienes que saber hasta el final, porque ¿sabes?, los olvidé, aunque siguen escondidos en un cajón de mi memoria, ya me son indiferentes, no me causan ni sonrisas ni lágrimas, no me ponen feliz ni triste, simplemente es como si no estuvieran.

y la película sigue como si nada



Se acabó, ahora éso forma parte del pasado, forma parte de algo roto por la distancia o simplemente, porque las cosas dejaron de ser como antes. Soy de las que piensan que muchas cosas tarde o temprano se acaban, forma parte de la historia, y es necesario para que algo nuevo empiece, pero creo que hay otras que duran por siempre, que son infinitas y aunque en algún momento se hayan parado, van a continuar, o al menos eso es lo que deseo con todas mis fuerzas. Es como el pause de las películas, lo paras pero llega un momento en que le das al Play y la película sigue como si nada, eso es lo que quiero, que todo vuelva a ser como antes, como si no hubiera pasado nada.

martes, 26 de abril de 2011

Me odio cuando...

Me odio, me odio cuando no puedo parar de sonreír o cuando me hablan y sencillamente no escucho porque estoy completamente inmersa en mis pensamientos, me odio cuando echo de menos ese olor que a partir de aquel día me recordará siempre a ti, o cuando paso el día en una nube, ideando cosas que probablemente nunca llegaran a hacerse realidad, me odio cuando cierro los ojos y me veo ahí contigo sentada jugando a decirnos entre sonrisas y miradas bajas aquello que nos gusta oír, o me odio cuando echo en falta aquellas conversaciones eternas en las que hablábamos de todo y de nada a la vez, me odio cuando me doy cuenta de que estoy perdiendo el control, de que otra vez me vuelvo a ilusionar con una mísera sonrisa o me odio cuando al cerrar los ojos tardo un segundo en recordarte y te echo de menos, y me odio por pasarme veintitrés horas y cincuenta y cinco minutos pensando en ti, porque los cinco restantes los dedico a dormir.
Pero si te soy sincera el motivo real por el que me odio, es por no escarmentar, por no darme cuenta de que está vez será como todas las anteriores, que entre sonrisas y suspiros me perderé y que tardaré más de medio año en volver a sonreír.

martes, 19 de abril de 2011

de no importa qué sitio o qué día


No quiero tirar de recuerdos para seguir sonriendo, o tener que escuchar insistentemente esas tres o cuatro canciones que me recuerdan a ti. No quiero volver a sentir eso dentro de mí sino estoy segura de que esta vez no me daré de bruces o no quiero regalar sonrisas o malos gestos a las personas que menos se los merecen. No quiero cerrar los ojos y recordarte, o verme ahí contigo, sentada en un rincón de no importa qué sitio o qué día, no quiero necesitar tu olor para poner un pie sobre la tierra, simplemente no quiero volver a caer en ese agujero, en ese hueco en el que una vez que te dejas llevar resulta prácticamente imposible salir por tus propios medios, simplemente no quiero necesitar tenerte.

ya no volverás a sentir lo mismo

Los caminos se bifurcan, cada uno toma una dirección pensando que al final los caminos se volverán a unir. Desde tú camino ves a la otra persona cada vez más pequeña.
No pasa nada, estamos hechos el uno para el otro, y ahí está él, y al final solo ocurre una cosa, llega el puto invierno no hay vuelta atrás, lo sientes, y justo entonces intentas recordar en qué momento comenzó todo y descubres que todo empezó antes de lo que pensabas, mucho antes, y es ahí justo en ese momento cuando te das cuenta de que las cosas solo ocurren una vez, y que por mucho que te esfuerces, ya nunca volverás a sentir lo mismo, ya nunca tendrás la sensación de estar a tres metros sobre el cielo.


A tres metros sobre el cielo

lunes, 18 de abril de 2011

la mejor pesadilla


Porque hay momentos en la vida en los que un paréntesis, un tiempo aunque sea pequeño sirve para aclararte, para hacer que ordenes todo, que olvides lo que no merece ser recordado, que vuelvas a sonreír o que tengas un motivo para levantarte por las mañanas, pero sin embargo te puede cambiar la vida, puede influir un simple gesto de una manera tan relevante que te afectará para siempre, y algo que un principio comienza como una aventura, como una oportunidad para dejar atrás aquello que ya no quieres seguir teniendo se puede convertir en la mejor pesadilla que puedas tener jamás. Parece imposible, en un golpe de vista catalogar a una pesadilla como “la mejor” pero tiene total sentido, porque sin darnos cuenta, sin saber cómo ni por qué, nos vemos introducidos en una situación o un hecho, en un motivo que te obliga a reaccionar, al menos contigo mismo, te obliga a tomar una decisión aunque sea en privado, y con esto qué quiero decir, pues muy simple, que ni que todo lo que a primera vista parece estupendo lo es, y que la mayor parte de las cosas que catalogamos de horribles, tienen algo de maravilloso

un lema esperanzador


Bien, no sé por dónde empezar, supongo que cuando regresas de algún lado, ya sea material o inmaterial, tangible o intangible, sientes algo extraño, o al menos nuevo. Quizá desconcertante, melancólico, triste, deprimente, alegre o esperanzador. Quizá no sienta nada, o lo sienta todo, la última opción creo que es la más acertada, sino no estaría aquí, rodeada de recuerdos que salen en forma de letras. Dicen que cuando algo acaba otra cosa mucho mejor empieza, es un lema esperanzador, de esos que hacen que recobres la sonrisa, de aquellos que consiguen que esa esperanza vuelva acompañada de la esperanza de que no te abandone, entrando así en un círculo vicioso, en el que todo acaba y en el que millones de cosas nuevas, buenas o malas, son capaces de hacerse hueco para entablar un comienzo.

sábado, 9 de abril de 2011

que se guarden en un cajón de mi memoria


Llevo bastante tiempo sin escribir, sin convertir en palabrejas aquello que se pasea por mi mente, en algún sitio leí que una persona sólo escribía cada vez que tropezaba en la vida, es demasiado triste escribir sólo por ese motivo, así que este texto tiene una intención totalmente contraria. Estoy a unas horas de zarpar, de montarme en un barco y de navegar por el mar, y no estoy metaforeando. Quizá sean nervios, ilusión, intriga, ganas, o desganas, pero estoy extraña, es una extrañeza positiva supongo, así que, simplemente espero que ese mar de color azul se convierta en un mar de recuerdos que se guarden en un cajón de mi memoria.

viernes, 1 de abril de 2011

con aires de prepotencia (2)


-         Daniela…..Daniela…… ¿me estás escuchando?¿mira que te vas andando?.

De entre las sábanas, se despertó, con el pelo alborotado, la cara quizá demasiado pálida, pero guapa, como era de costumbre.
-         dios no me lo puedo creer, ¿y media?, pero ¿qué ha pasado? Si puse el despertador.
Se dio la vuelta, cogiendo el móvil de la mesita de noche que acompaña a la parte trasera de la cama, no se lo puede creer no ha sonado y por culpa de eso, Daniela va a suspender un examen de literatura.
De pronto cae en la cuenta, algo, una mísera palabra que procede del exterior, y la cual no le roba más tiempo de pensamiento que los gritos desmesurados de su madre a causa de su retraso, hace que recuerde algo, ese sueño, eso que parecía tan real. Tan real que por un momento duda, piensa si realmente ha sido un sueño o a ocurrido de verdad, de pronto cae en la cuenta de que la última posibilidad es imposible, además ella jamás podría fijarse en alguien así. Su madre irrumpió como hace a menudo en su cuarto.
-         mamá te he dicho mil veces que por favor llames a la puerta.
-         sí Daniela, yo llamo a la puerta, pero te quieres dar prisa. ¿se puede saber que haces así todavía? ¿es que no piensas ir a clase? Le dan ganas reales de responderle que no, que ese día lo va dedicar a pensar en eso, en eso que todavía duda de si ha sido un sueño, pero opta por un simple “ya voy” el cual no surte demasiado efecto con su madre.
-         Sí, ya me doy prisa, en 10 minutos estoy.
De camino al colegio, pienso, sí pienso en muchas cosas, en mi examen de literatura, en que hoy volveré a ver a David y en ese sueño, nunca antes había tenido un sueño tan extrañamente real, uno que recordara tan nítidamente, me esfuerzo en recordar detalles, su moto, su pelo, si me gustaba ese chico, su forma de mirar, me hacía temblar, me ponía nerviosa, simplemente no lo entiendo, y así, sin darme cuenta ya he llegado, me bajo del coche, me despido con un simple adiós y sigo pensando pero ese flujo de ideas se ve interrumpido por el alboroto previo a un examen.
-         ¿ te lo sabes? En serio yo voy a suspender, dijo Marina.
-         ¿por qué vas a suspender?, si llevas estudiando dos semanas, deja de darle importancia de verdad, seguro que apruebas.
-         Qué no Dani, qué no. Que esta vez me lo sé fatal, por favor ponte cerca de mí.
-         Vale, pero yo no sé cómo lo haré.
De pronto ese silencio se hizo, ese silencio tan sumamente asqueroso previo a repartir un examen, ese silencio compuesto de nervios e intriga, de saber si has acertado la quiniela, ese silencio en el que te juegas un suspenso.
Poco tiempo después, quizá una hora aproximadamente, ese silencio se ha trasformado en el rugir de una leonera, en preguntas sobre cómo se ha dado, y en euforia mezclada con lágrimas, pero a mí me sigue acobardando una idea, esa idea, el porqué de ese sueño tan real.