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viernes, 1 de abril de 2011

con aires de prepotencia (2)


-         Daniela…..Daniela…… ¿me estás escuchando?¿mira que te vas andando?.

De entre las sábanas, se despertó, con el pelo alborotado, la cara quizá demasiado pálida, pero guapa, como era de costumbre.
-         dios no me lo puedo creer, ¿y media?, pero ¿qué ha pasado? Si puse el despertador.
Se dio la vuelta, cogiendo el móvil de la mesita de noche que acompaña a la parte trasera de la cama, no se lo puede creer no ha sonado y por culpa de eso, Daniela va a suspender un examen de literatura.
De pronto cae en la cuenta, algo, una mísera palabra que procede del exterior, y la cual no le roba más tiempo de pensamiento que los gritos desmesurados de su madre a causa de su retraso, hace que recuerde algo, ese sueño, eso que parecía tan real. Tan real que por un momento duda, piensa si realmente ha sido un sueño o a ocurrido de verdad, de pronto cae en la cuenta de que la última posibilidad es imposible, además ella jamás podría fijarse en alguien así. Su madre irrumpió como hace a menudo en su cuarto.
-         mamá te he dicho mil veces que por favor llames a la puerta.
-         sí Daniela, yo llamo a la puerta, pero te quieres dar prisa. ¿se puede saber que haces así todavía? ¿es que no piensas ir a clase? Le dan ganas reales de responderle que no, que ese día lo va dedicar a pensar en eso, en eso que todavía duda de si ha sido un sueño, pero opta por un simple “ya voy” el cual no surte demasiado efecto con su madre.
-         Sí, ya me doy prisa, en 10 minutos estoy.
De camino al colegio, pienso, sí pienso en muchas cosas, en mi examen de literatura, en que hoy volveré a ver a David y en ese sueño, nunca antes había tenido un sueño tan extrañamente real, uno que recordara tan nítidamente, me esfuerzo en recordar detalles, su moto, su pelo, si me gustaba ese chico, su forma de mirar, me hacía temblar, me ponía nerviosa, simplemente no lo entiendo, y así, sin darme cuenta ya he llegado, me bajo del coche, me despido con un simple adiós y sigo pensando pero ese flujo de ideas se ve interrumpido por el alboroto previo a un examen.
-         ¿ te lo sabes? En serio yo voy a suspender, dijo Marina.
-         ¿por qué vas a suspender?, si llevas estudiando dos semanas, deja de darle importancia de verdad, seguro que apruebas.
-         Qué no Dani, qué no. Que esta vez me lo sé fatal, por favor ponte cerca de mí.
-         Vale, pero yo no sé cómo lo haré.
De pronto ese silencio se hizo, ese silencio tan sumamente asqueroso previo a repartir un examen, ese silencio compuesto de nervios e intriga, de saber si has acertado la quiniela, ese silencio en el que te juegas un suspenso.
Poco tiempo después, quizá una hora aproximadamente, ese silencio se ha trasformado en el rugir de una leonera, en preguntas sobre cómo se ha dado, y en euforia mezclada con lágrimas, pero a mí me sigue acobardando una idea, esa idea, el porqué de ese sueño tan real.


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