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lunes, 30 de enero de 2012

O a quien quieres querer

Y no sabría explicar ni cómo, ni cuándo, ni dónde, ni por qué, pero acabé queriéndote. No sabría decir qué se me pasó por la cabeza para cometer esa locura, de verdad que no lo sé. Supongo que es lo malo de ir poco a poco, de avanzar de forma gradual, paulatina, despacio, sin pausa pero sin prisa, y también de no tener mucho más en qué pensar, pero de verdad que no lo sé. Quizá sea que todo lo que va despacio se hace más intenso, y que con el paso del tiempo es mucho más duro recordarlo, revivirlo. También es verdad que lo que crece como la espuma, cae a velocidad de vértigo. No intenté quererte, es más, nunca estuve conforme con esa decisión que alguien o algo tomó por mí, pero no hay más remedio que aceptarlo, supongo que es el resultado de un cúmulo de circunstancias que ni tú ni yo previmos, y que llegaron de repente, y que me arrasaron como si fuera un tsunami. Supongo que ya da igual, que no tiene sentido buscar un por qué, sólo un remedio. Una vez oí que cuando algo duele nunca se olvida, quizá, pero el daño es relativo y con el paso del tiempo se puede olvidar, lo realmente imposible de cambiar es el querer, cuando quieres a alguien, por raro que sea, por menos que quieras hacerlo, por más que te empeñes en cambiarlo, es imposible. Cualquier rastro, un atisbo, un sitio, un olor, un banco, una canción, un trozo de césped, o un golpe de viento es suficiente para sumergirte en una marejada de recuerdos. Es cierto, a veces es necesario dejar de querer, pero hoy pensando he llegado a la conclusión de que no se qué elegir, ¿a quién querer? ¿a quien quieres o a quien quieres querer?.

lunes, 23 de enero de 2012

Tú, yo y ahora nada.

Tú, yo, y nuestras mil tardes al sol, nuestros cotilleos a destiempo, las risas inorportunas, las mañanas, siesta y tardes de compras, tu risa pagajosa, nuestros miedos, nuestras canciones, esas que hablan de nosotras, nuestros te quiero, no yo más, nuestros a la tercera va la vencida que se esfumaron, nuestros lo siento por aquello que pasó. Tú, yo, y nuestras tardes pasadas por agua, la gente que conocí gracias a ti, todo lo que no contabas, eso que te hacia especial, mis consejos que te eran indiferentes, mis miedos que se convertían en tuyos, nuestras lágrimas por los mismos motivos, nuestras visitas a mi armario, nuestras voces, nuestros gritos, nuestra vergüenza olvidada, tu ayuda, gracias de verdad, te juro que fue gracias a ti. Tú, yo, y nuestros profesores regañandonos, nuestros amaneceres en un barco, nuestros viajes, las excursiones, los agobios, los bocadillos en un bar enfrente de horas de biblioteca, el futuro que avecinabas, y las miradas cómplices en un radiador entre medias de clases, y tus historias que ahora son más mías que tuyas en las clases de economía, nuestras noches en las que tú desaparecías, nuestros bailes, los más de veinte años de momentos congelados en recuerdos que jamas se olvidarán. Tú, yo y nuestras miradas cantosas que decían todo sin abrir la boca, nuestras mañanas de Septiembre con operaciones matématicas delante y nuestras tardes yo con lágrimas y tú con abrazos y robando sonrisas, nuestras tardes de césped, nuestras presentaciones repentinas, nuestros exámenes, mi manía de sacarte adelante, y mi ademán de casi conseguirlo, tú manía de hacerme feliz, y tu ademán de conseguirlo. Llevabas razón tú sí que ibas a ser para siempre. Tú, yo y ahora ya nada.

miércoles, 18 de enero de 2012

Tú eres el culpable

¿Sabes qué?, que quizá ahora las cosas sean distintas, distintas a como eran hace exactamente dos minutos. Soy de esas que una canción que suena en un momento determinado les afecta de tal modo que son capaces de cambiar de decisión en menos que dura un segundo. Sí, soy ésta que está hecha un lío, sintiendo como poco a poco su cabeza se convierte en un laberinto aún mayor, donde encontrar una salida se torna cada vez más difícil. Más difícil porque cada día que pasa, mi lista de recuerdos contigo se incrementa, crece de forma exponencial, son recuerdos que van desde los más mínimo e insinificante hasta una de las cosas más importantes que me han ocurrido, con lo cual, podríamos decir que tú eres el culpable de esa desorientación que tengo.

El color de la mala suerte

Hoy me he dado cuenta de que lo que creo que es díficil, es en realidad la cosa más sencilla del mundo, y lo que de entrada me parece fácil se torna difícil en menos que dura un pestañeo. Y ¿sabes qué es difícil?, lo difícil es explicar porque aquel día el color de la mala suerte se convirió en mi color favorito, porque aunque no te lo creas, tiene su explicación. Y, ¿sabes qué es difícil?, lo difícil es seguir como si nada cuando has jugado con fuego y ahora notas como se te están quemando las manos, lo difícil es disimular eso que me come por dentro, lo difícil es no saber ni siquiera explicarlo, lo díficil es soportar como se rompen en mis dientes las cosas importantes, o imaginar como reaccionaria si algún día, aunque fuera entre alcohol y lágrimas, dejara libre curso a la improvisación. ¿Sabes lo que es difícil?, lo más difícil es ver como algo que empezó como un juego, como aquello que no te importaba lo más mínimo, se ha convertido en algo demasiado importante, eso es lo realmente difícil.

O lo dejas escapar

Lo reconozco, he pasado meses devorando mis gritos con silencios, maldiciendo una suerte qué sepa dios quién me habrá entregado, llorando por los rincones, poniendo buena cara, insultando a la cara, y dando saltos de alegría. Qué pena, qué pena, que las cosas hayan cambiado tanto, que días que consideraba rutina ahora sean añorados, que los eche de menos a ellos que a penas los valoraba, qué pena, que las cosas hayan acabado así, o quizá no sea un final, la vida continua, y quizá las relaciones cambien. Es inexplicable para mí cómo es posible, como es posible que eso que te hace sonreír se convierta en la peor de las pesadillas, no es justo, no es justo sentir dolor, llenar paños y paños de lágrimas, ocultar el rimell corrido y poner buena cara, no es justo tener que engañarse para llegar al fin del día con una sonrisa, no es justo ocultar la tristeza para tener una felicidad ficticia. Pero sabéis, lo que viene se va, y nada es para siempre, al menos eso me dice la experiencia, todas las alegrías y las penas no vienen solas traen consigo una contraoferta, y si quieres, lo coges o lo dejas escapar, tú eliges.

Es verdad, materialmente es imposible echarte de menos, te tengo al lado, los días pares, y los impares también. Gabriel García Márquez, sostiene "que la peor forma de extrañar, es tener a alguien al lado, y saber que no lo podrás tener nunca", doy fe, esta frase es más que acertada. 

Con las hojas de Otoño se calló mi mundo

No sé, es tan inútil decir cómo me siento que voy a prescindir de ello. Podría ser optimista, y decir que en la vida hay bajones pero que luego subes como la espuma, o puedo ser pesimista y meterme en la cama y decidir no salir hasta que llegue Abril. No sé, ha pasado mucho tiempo desde la última primavera, los meses de temperaturas suaves dejaron ilusiones perennes, el verano lleguó y trajo consigo una locura a tiempo parcial, y con las hojas del Otoño se calló mi mundo y se quedaron a vivir aquí un conjunto de recuerdos borrosos. No sé, la vida sigue, las cosas cambian, y al parecer a una velocidad de vértigo, si decides estar preparada, ponerte la tirita antes de hacerte la herida, adelante, aunque no sirve de nada, doler duele igual, o si decides dejarte llevar y ver la vida pasar alegando indiferencia, tranquila, que esa indiferencia es diferencia disfrazada. No sé, no sé a qué juegan, ni si quiera sé quién juega ya, me rindo. Me rindo, no juego ni una batalla más en esta guerra llamada vida.

Dosmildoce

Cambiar de año para algunos no implica nada solo cambiar un número por otro, pero para otros supone mucho, supone dejar atrás cosas, personas, lugares, momentos, besos, recuerdos, fiestas, viajes, veranos, playa, y millones de detalles que despiertan la nostalgia. Dos mil doce bienvenido, no tengo expectativas sobre ti, sólo una que sea lo que tenga que ser, que pase lo que tenga que pasar, paso de planear cosas, de pedir deseos que sé positivamente que están demasiado alejados de la realidad. El dos mil once se acabó, y para mí no sé ni siquiera que tipo de año ha sido, supongo que inolvidable, supongo que ha sido un año que quedará tatuado en un cajón de mi memoria para siempre. Un año que viendo desde fuera no sé si ha sido bueno o mal, un año en el que todo ha cambiado tanto, en el que mi vida se ha convertido en una montaña rusa, en el que se han quedado demasiadas personas y demasiadas cosas por el camino, en el que a veces me gustaría retroceder y revivir pequeños momentos que cuando no los tienes descubren lo importantes que te eran.

Futuro incierto o pretérito dolorido

No te imaginas cómo duele, cómo duele ver que te me escapas de las manos, que te resbalas entre medias de mis dedos, no te haces a la idea de lo duro que es ver como poquito a poco todo se acaba, como se difuminan las ganas, como se atraganta el deseo, como ya sólo quedan pedacitos de recuerdos, de lugares recónditos que llevan tu nombre y el mío, como ya no hay nada, nada más que sonrisas y besos con desgana. No puedes imaginar lo que sorprende ver que ya sólo hay atisbos, atisbo de deseo, de ilusión, de sonrisa, y de sonrisas sin son. No, no lo podrías comprender por más que te lo dijera, no sabes ni siquiera ver que ya solo hay migajas de aquello que un día fue o que al menos intenté que fuera, pero ya no, ya he perdido las fuerzas, nada más empezar la partida he perdido las ganas, y lo siento pero que cada vez se compra más caro el volverte a ver, y por verte sonreír he vuelto yo a perder, y no. Esto se acabó ya, asumámoslo y pongámosle un final. Recuerdo aquellas voces que repetían incesantes que eramos el futuro menos claro, y sí, quizá llevaran razón, pero ¿sabes qué?, que puestos a elegir, a mí me gusta más ser un futuro incierto que un pretérito dolorido.

Por haberme hecho feliz.

Por esa felicidad que aparece tan rápido como desaparece, por tus manos entre las mías, por mis idas y por tus venidas, por esa sensación, por tu mano en mi cintura, por tu pelo entre mis dedos, por tu olor a no sé qué, por el alcohol, por la música, por mi estupidez, por nuestras ganas, por mis miedos, por tus deseos, y también por los míos, por el no saber qué hacer, por el perdese entre fantasías y recuerdos, por no saber si tú también te pierdes, por la posibilidad de que ésa se pierda contigo, por lo que te defraudan algunos, por lo que te sorprenden otros, por tus besos locos, por mis ganas de tenerte a nada de distancia, y por haber echo realidad mi deseo, por los pies que se mueven victoriosos, por los gritos de alrededor, por la euforía, por la sorpresa, por la falsedad, por esas personas que siempre son capaces de sorprenderte, por descubrir algo todos los días, por darle vueltas y vueltas a la cabeza, a pesar de estar mareada a causa de resaca, por haber dormido sólo tres horas y haber vuelto a soñar contigo, por no saber cómo reaccionar cuando te vuelva a ver, por conseguir que me sintiera así, por no importar lo demás por una milésima de segundo, por descubrir que luego todo es un momento enmascarado, por haberme hecho feliz.