Entradas más visitadas

Seguidores

domingo, 27 de noviembre de 2011

Tu pasotismo a tiempo parcial.

Qué difícil es todo, no sé por qué, por qué tengo un imán para los problemas, por qué mi hobby es complicarme la vida, por qué sólo sonrío si también tengo ganas de llorar, por qué me aburre treméndamente la vida constante y monótona, por qué adoro los altibajos, estar en la cima y caer a velocidad de vértigo, y levantarme llorando y acostarme repleta de felicidad. Supongo que la respuesta es por mis caprichos, por mi egoísmo, y por mi frialdad. Supongo que porque con el paso del tiempo la traición se convierte en rutina, los sentimientos tienen nombres y apellidos, y pagarías lo que fuera por no sentir muchos de ellos. Porque si te besan todos los días, los besos robados no tienen sentido, porque si tu vida es como una contante de matemáticas, ¿cómo se identifican los momentos felices?. Porque sí, porque estoy loca, porque tengo dieciocho años, y porque tengo ganas de vivir la vida, no una vida de cuento y de colorín colorado, me conformo con una vida traviesa, repleta de sonrisas, pero también de lágrimas, de alegrías pero con numerosas penas, de idas y de venidas. Me conformo con una vida al límite, alocada, y despiadada pero sin obviar mis responsabilidades, me niego a no retroceder, a no cometer los mismos errores una y otra vez. No una vida sin volver a andar sobre mis propios pasos, sin miedo, me niego a no tener miedo, a no arriesgar, porque si no arriesgas no ganas, pero por perder de vez en cuando no pasa nada, saboreas más las victorias posteriores. Porque me encantan los imposibles, las cosas difíciles, y porque incluso me encanta tu pasotismo a tiempo parcial.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Amigos con derecho a recordar

Me aturden los recuerdos, la paciencia se consume, y la dureza empieza a dar mustras de debilidad, a la indiferencia poco a poco se le cae el disfraz, y las verdades empiezan a aflorar, quizá tratemos de ocultarlo pero una sola mirada, un silencio o una sonrisa robada, saca a luz los secretos más inconfesables. Me acuerdo, me acuerdo de ese sabor a menta, de las risas que me sentaban mal y que ahora tanto echo de menos, de los me encantas. Echo de menos esas conversaciones con un matiz de indiferencia que se me clavaban en el alma, echo de menos tus manos enredadas en mi pelo, tus dedos y los míos, y mis labios traviesos, los lo siento más que habituales, las miradas que decían tanto e incluso ese tanto que resulto ser nada, tu risa, mis riñas, tus no puedo, tus excusas, mis ganas, las tuyas, los besos furtivos, los escondites recónditos, los sitios que nos vieron, y ese ritmo tan lento que tú mismo ibas marcando. Te echo de menos, y es cierto, quizá mejor así, amigos con derecho a recordar, quizá mejor dejar de buscar en los imposibles motivos para sonreír.

domingo, 13 de noviembre de 2011

En un pasado sin futuro o un futuro sin presente...



Y ahora qué, qué hacemos, dime qué prefieres, ¿vivimos en un pasado sin futuro, o en un futuro sin presente?, ahora qué, qué hacemos, qué decimos, cómo nos miramos, cómo lo ocultamos o peor, cómo lo contamos. Dime algo, aunque sea dime tonta, porque lo soy, dime por favor, y hazme el favor de no mirarme como sueles hacerlo, de no tocarme y hacer que pierda el norte, hazme el favor de no aproximarte nunca a menos de un metro de mí, aunque me muero de ganas de hacer que, como no hace tanto tiempo, entre tú y yo no quepa un atisbo. Pónmelo fácil, vete o quédate, pero deja de oscilar, de pasearte por mi vida, de alterar lo poquito que consigo ordenar. No te vayas, quédate, mírame, acorta el espacio entre los dos, baila un tango en mi piel, dibuja notas salvajes al margen, tápame los ojos, vuélveme loca, total esto último lo tienes casi conseguido. No sé, no sé qué va a pasar hoy, ni mañana, y tampoco sé que pasó ayer, lo único que sé es que todo esto no es más que un secreto entendido al calor de tenerte.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Que no soy capaz de olvidar pero tampoco me esfuerzo en hacerlo.

Que sí, que lo reconozco que soy una niña caprichosa, que sí, que no soy capaz de olvidar, pero tampoco me esfuerzo en hacerlo, que sí, que tengo un máster en querer lo que no tengo, y en tener lo que no quiero, que sí, que me como la cabeza, ideando, pensando, imaginando, acertando y fallando, cada uno de los días de mi vida, que sí, que soy una de esas cabezas locas, de ésas que piensan las cosas insistentemente, y llegan a la conclusión de que no hay conclusión, si una de ésas que se dejaron la vergüenza olvidada en el vaso del último bar, de ésas que han aprendido a contestar con palabras que se callan, sí, de ésas que ya no se molestan en recoger los pedacitos de su corazón porque ya está más que roto, de ésas que convierten en palabras todos y cada uno de sus pensamientos, de ésas que no olvidan que hay días que amanecen mejor, y de ésas que construyen su mundo poquito a poco, con paciencia y buena letra y lo tira por la borda en un mísero segundo. Sí, soy de ésas que han aprendido que si te caes te levantas, que una tirita no quita el dolor, solo tapa la herida, que lo de que un clavo saca a otro clavo es una leyenda urbana, que la indiferencia no es más que diferencia disfrazada, que se desea todo lo que no se tiene, que lo prohibido llama más, que los imposibles son por definición posibles, que a todos nos gusta complicarnos la vida, lo fácil se hace monótono, que estamos obligados a ser falsos hasta con nosotros mismos, que las sonrisas de repente en la barra de un bar me dan más que pereza, que los te quiero no son más que dos palabras que no significan nada o que lo significan todo, que todo lo que tienes se te escapa de la manos en el tiempo de un suspiro, y que luego vuelve a resurgir. Soy de esas que han aprendido, que un Martes se está mal y que un Viernes la vida es capaz de sorprenderte.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

mejor que ayer y peor que mañana

Y siempre es igual, final tras final, principio tras principio. Todos los principios esconden finales, unos agrios, otros tristes, unos húmedos, y otros rabiosos, yo no creo en los finales felices, nadie es feliz, o al menos no completamente. Todo acaba, y cosas nuevas empiezan, lo importante es saber si estás preparada, si estás preparada para hacer frente a ellas, porque tal vez, sea igual que siempre. Cuando algo acaba, independientemente de su final, los resquicios de felicidad se evaporan, y te dejan sola, viviendo o malviviendo a base de recuerdos fortuitos y borrosos, recuerdos cortos, pobres y escasos.
No era amor, sino ilusión decían algunos, pues la ilusión causa el mismo dolor que el amor, y mira que el amor duele. Cuando pedí que el reloj se congelara y me dejara paralizada en ese día ventitantos de Octubre era porque temía todo lo que se me avecinaba y también temía que no estaba dispuesta a afrontarlo, pero da igual, hoy estoy mejor que ayer y peor que mañana.